Esta mañana nos
hemos levantado temprano para ir hacia Éfeso,
ciudad griega y posteriormente romana. Hemos esperado el autobús que
ha venido a recogernos ya con los alumnos. Tenemos por delante 2
horas de viaje. El paisaje, como hemos ido viendo en el poco tiempo
que llevamos aquí, es muy parecido al de nuestro Mediterráneo:
pinos carrascos, lavanda, lentiscos, incluso Fresnos, pues
parece haber algo mas de humedad. A medio camino hemos parado para
ver una presa de reciente construcción, que embalsa el agua en un
valle con un bonito paisaje. Tras hacer las fotos de rigor nos
volvemos a subir al autobús y seguimos camino hacia Éfeso.
Antes de entrar a la
ciudad nos damos cuenta de lo turístico que resulta el sitio: un
aparcamiento caótico lleno de autobuses, coches, furgonetas e
incluso un par de coches de caballos, grupos de turistas, los
japoneses que nunca faltan en estos escenarios, puestos con
recuerdos, pañuelos, baratijas e imanes para nevera y todo lo que se
suele encontrar en estos sitios. Nos reagrupamos más adelante para
entrar en el complejo. Osgur hacer unas gestiones y conseguimos pasar
de forma gratuita, o al menos eso pensamos de momento.
La ciudad de Éfeso
ocupa una gran superficie de la cual está excavada solo una parte,
pero lo suficiente para hacer entender la magnificiencia y
monumentalidad que esta ciudad tuvo en la antigüedad. Un camino
flanqueado de pinos nos conducen a la ciudad y por detrás de las
ruinas y piedras labradas con las que comparten espacio descubrimos
la primera gran construcción de la ciudad: el teatro.
Avanzando
hacia él se llega a una calle que lleva a este edificio, una vía
ancha y abierta que en origen debía estar columnada para soportar
las galerías que a ambos lados permitían la circulación de
peatones y los libraban del peligro que suponía el tránsito
constante de carros y carretas con las más variadas mercancías,
faltan muchos elementos, pero las columnas enhiestas en sus basas
siguen en su sitio, soportando el trasiego de personas entre ellas.
El teatro es,
simplemente, magnífico. La grada está casi completa, en distintos
grados de restauración o consolidación, y si bien la escena está
bastante estropeada su visión en conjunto resulta espectacular.
Alejandro y Blas comprueban la acústica del recinto, desde la
escena, Alejandro habla con Blas, que está casi arriba del todo y lo
escucha perfectamente aunque aquel habla en un tono de voz normal,
tal vez un poco alto, pero lo suficiente como para que lo oyeran los
26000 espectadores que podrían haber llenado las gradas.
La calle gira a la
derecha y llega a la construcción más importante de la ciudad, la
biblioteca, la primera de la que se tiene constancia en el mundo. La
fachada, reconstruida con ayuda de arqueólogos austríacos es
imponente, qué menos para albergar y custodiar todo el saber de la
época.
Unos actores dan color con sus disfraces de mujeres romanas y
legionarios romanos al blanco del mármol y ocre de las piedras (foto
ten lira).
Volvemos a girar y
ascendemos esta vez, sucediéndose ahora numerosos templos y
edificios para llegar a una gran plaza des la cual tomamos ahora una
vía procesional, las columnas, relieves y profusa decoración de
cornisas y capiteles con una constante, a lo que se suman ahora
mosaicos con motivos geométricos.
Casi al final de la visita
llegamos a otro teatro, bastante más pequeño que el primero, debido
al uso para el que fue diseñado, parlamento. Siendo la estructura
igual a la del teatro, también se utilizó para conciertos y
representaciones teatrales.
La siguiente parada
nos sorprende, es lo que tiene no haber leído el programa, nos
dirigimos al lugar en el cual estuvo situada la supuesta última
morada de la virgen María en Éfeso, donde se retiró con San Juan
tras la persecución desatada contra los cristianos a la muerte de
Jesús. Sorprendente es su descubrimiento, pues si bien se conocía a
través de la Biblia la vida de la Virgen, no se sabía el lugar
exacto. La aparición de un libro escrito por una monja alemana que
nunca había viajado a Turquía el que se relataban minuciosamente
detalles del sitio donde se situaba el lugar, permitió a los
arqueólogos encontrar la casa, donde posteriormente se construyó
una pequeña ermita a la que numerosas personas, bien como
peregrinos, bien como turistas y curiosos.
Nos dirigimos a
SirinÇe, donde comeremos y visitaremos una bodega. SirinÇe es un
pequeño pueblo de casitas blancas, pegadas a un terreno con
pendiente que también ha sucumbido al turismos, son muchos os
restaurantes u tiendas que sitúan sus negocios en las calles
principales, por donde los turistas pasean. En el restaruante que
elegimos un par de mujeres están frente a la chimenea haciendo
comida, una especie de torta de trigo en la que ponen berenjena o
carne, además de eso, algo parecido a
pinchos morunos, una especie de albóndigas, pollo a la parrilla y
arroz completan el paisaje de nuestra mesa antes de comer.
Tras la comida
visitamos la bodega, un conjunto de pequeños edificios, en cuyo
interior se amontonan maquinaria y equipamientto con una pequeña
producción de vino. La sorpresa es total cuando en el almacén vemos
una de las botellas de vino... con aroma de moras, más allá aroma
de kiwi, manzana, pera, limón, fresa, arándano...
según vemos gran parte de la producción se dedica a estos vinos de
sabores. Una vez fuera tenemos la ocasión de probarlos y,
lógicamente, la aprovechamos. Además de estos vinos de sabores
probamos un par de vinos blancos, el mejor de ellos con un sabor que
recuerda vagamente a la almendra.
El
viaje de vuelta es de lo más tranquilo, pocos son los que no
sucumben a la llamada de Morfeo, la larga caminata de la mañana, la
comida, el calor y, tal vez un poco de vino, son los causantes de
esta situación.
Una
vez en Yatagan, se bajan algunos alumnos para continuar hacia el
hotel y hacia Mugla y dejar al resto de la gente.
El
episodio de hoy podría terminar aquí, tras contar que durante la
cena estuvimos hablando con algunos profesores sobre la jornada, pero
aún queda uno de los episodios que, a buen seguro, será de los más
extraños en este viaje. Y es que, mientras cenaba os, nos instaron a
levantarnos y salir fuera, sin saber bien qué pasaba. Fuera había
varias personas, el personal del restaurante, una mujer sentada en
una silla, otra mujer a su lado, y un hombre algo mayor con una
mirada como ida, que constantemente aspiraba el humo de un cigarro
que no soltaba.
Se
dirige a la mujer, la señala con su mano y empieza a agitar sus
dedos en el aire, la mujer empieza a temblar y tener pequeñas
convulsiones, involuntarias, según parece, pero no pierde la
consciencia, parece cansada, igual que el hombre, que para de vez en
cuando, anda de u. lado a otro y vuelve a la carga, la mujer vuelve a
temblar. Durante el proceso somos informados de que la mujer padece
un problema en una de sus muñecas y no puede moverla, el hombre está
sacando la energía negativa y la mujer finalmente tras unos minutos
se levanta algo cansada con el problema subsanado. La otra mujer nos
cuenta que ella misma es médico y que no creía en estas curaciones
antes de conocer a este hombre, tras retornar a la mesa donde
cenábamos se inicia un debate y retrasa la hora de irnos a la cama,
que antes de este suceso tan cercana parecía. Tras hablar sobre esos
flujos de energía y conexiones vitales entre seres vivos y universo
nos vamos a dormir.
Alejandro
Mediano.
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