Wednesday, 24 April 2013

VISITA A ÉFESO


Esta mañana nos hemos levantado temprano para ir hacia Éfeso, ciudad griega y posteriormente romana. Hemos esperado el autobús que ha venido a recogernos ya con los alumnos. Tenemos por delante 2 horas de viaje. El paisaje, como hemos ido viendo en el poco tiempo que llevamos aquí, es muy parecido al de nuestro Mediterráneo: pinos carrascos, lavanda, lentiscos, incluso Fresnos, pues parece haber algo mas de humedad. A medio camino hemos parado para ver una presa de reciente construcción, que embalsa el agua en un valle con un bonito paisaje. Tras hacer las fotos de rigor nos volvemos a subir al autobús y seguimos camino hacia Éfeso.
 
Antes de entrar a la ciudad nos damos cuenta de lo turístico que resulta el sitio: un aparcamiento caótico lleno de autobuses, coches, furgonetas e incluso un par de coches de caballos, grupos de turistas, los japoneses que nunca faltan en estos escenarios, puestos con recuerdos, pañuelos, baratijas e imanes para nevera y todo lo que se suele encontrar en estos sitios. Nos reagrupamos más adelante para entrar en el complejo. Osgur hacer unas gestiones y conseguimos pasar de forma gratuita, o al menos eso pensamos de momento.
La ciudad de Éfeso ocupa una gran superficie de la cual está excavada solo una parte, pero lo suficiente para hacer entender la magnificiencia y monumentalidad que esta ciudad tuvo en la antigüedad. Un camino flanqueado de pinos nos conducen a la ciudad y por detrás de las ruinas y piedras labradas con las que comparten espacio descubrimos la primera gran construcción de la ciudad: el teatro.
 
 Avanzando hacia él se llega a una calle que lleva a este edificio, una vía ancha y abierta que en origen debía estar columnada para soportar las galerías que a ambos lados permitían la circulación de peatones y los libraban del peligro que suponía el tránsito constante de carros y carretas con las más variadas mercancías, faltan muchos elementos, pero las columnas enhiestas en sus basas siguen en su sitio, soportando el trasiego de personas entre ellas.
El teatro es, simplemente, magnífico. La grada está casi completa, en distintos grados de restauración o consolidación, y si bien la escena está bastante estropeada su visión en conjunto resulta espectacular. 
 
Alejandro y Blas comprueban la acústica del recinto, desde la escena, Alejandro habla con Blas, que está casi arriba del todo y lo escucha perfectamente aunque aquel habla en un tono de voz normal, tal vez un poco alto, pero lo suficiente como para que lo oyeran los 26000 espectadores que podrían haber llenado las gradas.
 
La calle gira a la derecha y llega a la construcción más importante de la ciudad, la biblioteca, la primera de la que se tiene constancia en el mundo. La fachada, reconstruida con ayuda de arqueólogos austríacos es imponente, qué menos para albergar y custodiar todo el saber de la época. 
 
Unos actores dan color con sus disfraces de mujeres romanas y legionarios romanos al blanco del mármol y ocre de las piedras (foto ten lira).
 
Volvemos a girar y ascendemos esta vez, sucediéndose ahora numerosos templos y edificios para llegar a una gran plaza des la cual tomamos ahora una vía procesional, las columnas, relieves y profusa decoración de cornisas y capiteles con una constante, a lo que se suman ahora mosaicos con motivos geométricos. 
 
Casi al final de la visita llegamos a otro teatro, bastante más pequeño que el primero, debido al uso para el que fue diseñado, parlamento. Siendo la estructura igual a la del teatro, también se utilizó para conciertos y representaciones teatrales.
La siguiente parada nos sorprende, es lo que tiene no haber leído el programa, nos dirigimos al lugar en el cual estuvo situada la supuesta última morada de la virgen María en Éfeso, donde se retiró con San Juan tras la persecución desatada contra los cristianos a la muerte de Jesús. Sorprendente es su descubrimiento, pues si bien se conocía a través de la Biblia la vida de la Virgen, no se sabía el lugar exacto. La aparición de un libro escrito por una monja alemana que nunca había viajado a Turquía el que se relataban minuciosamente detalles del sitio donde se situaba el lugar, permitió a los arqueólogos encontrar la casa, donde posteriormente se construyó una pequeña ermita a la que numerosas personas, bien como peregrinos, bien como turistas y curiosos.
 
Nos dirigimos a SirinÇe, donde comeremos y visitaremos una bodega. SirinÇe es un pequeño pueblo de casitas blancas, pegadas a un terreno con pendiente que también ha sucumbido al turismos, son muchos os restaurantes u tiendas que sitúan sus negocios en las calles principales, por donde los turistas pasean. En el restaruante que elegimos un par de mujeres están frente a la chimenea haciendo comida, una especie de torta de trigo en la que ponen berenjena o carne, además de eso, algo parecido a pinchos morunos, una especie de albóndigas, pollo a la parrilla y arroz completan el paisaje de nuestra mesa antes de comer.
 
Tras la comida visitamos la bodega, un conjunto de pequeños edificios, en cuyo interior se amontonan maquinaria y equipamientto con una pequeña producción de vino. La sorpresa es total cuando en el almacén vemos una de las botellas de vino... con aroma de moras, más allá aroma de kiwi, manzana, pera, limón, fresa, arándano... según vemos gran parte de la producción se dedica a estos vinos de sabores. Una vez fuera tenemos la ocasión de probarlos y, lógicamente, la aprovechamos. Además de estos vinos de sabores probamos un par de vinos blancos, el mejor de ellos con un sabor que recuerda vagamente a la almendra.
El viaje de vuelta es de lo más tranquilo, pocos son los que no sucumben a la llamada de Morfeo, la larga caminata de la mañana, la comida, el calor y, tal vez un poco de vino, son los causantes de esta situación.
 
Una vez en Yatagan, se bajan algunos alumnos para continuar hacia el hotel y hacia Mugla y dejar al resto de la gente.
El episodio de hoy podría terminar aquí, tras contar que durante la cena estuvimos hablando con algunos profesores sobre la jornada, pero aún queda uno de los episodios que, a buen seguro, será de los más extraños en este viaje. Y es que, mientras cenaba os, nos instaron a levantarnos y salir fuera, sin saber bien qué pasaba. Fuera había varias personas, el personal del restaurante, una mujer sentada en una silla, otra mujer a su lado, y un hombre algo mayor con una mirada como ida, que constantemente aspiraba el humo de un cigarro que no soltaba.
Se dirige a la mujer, la señala con su mano y empieza a agitar sus dedos en el aire, la mujer empieza a temblar y tener pequeñas convulsiones, involuntarias, según parece, pero no pierde la consciencia, parece cansada, igual que el hombre, que para de vez en cuando, anda de u. lado a otro y vuelve a la carga, la mujer vuelve a temblar. Durante el proceso somos informados de que la mujer padece un problema en una de sus muñecas y no puede moverla, el hombre está sacando la energía negativa y la mujer finalmente tras unos minutos se levanta algo cansada con el problema subsanado. La otra mujer nos cuenta que ella misma es médico y que no creía en estas curaciones antes de conocer a este hombre, tras retornar a la mesa donde cenábamos se inicia un debate y retrasa la hora de irnos a la cama, que antes de este suceso tan cercana parecía. Tras hablar sobre esos flujos de energía y conexiones vitales entre seres vivos y universo nos vamos a dormir.
Alejandro Mediano.


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