Por Gloria Alhambra.
Nuestro gran viaje a Portugal comenzó el sábado 8 de marzo, cuando cinco alumnos y dos profesores nos disponíamos a salir para tierras portuguesas. Cuando llegamos a Montemor-o-Novo, la ciudad donde vivían nuestros compañeros portugueses, pudimos comprobar su hospitalidad, sus ganas de tenernos entre ellos, y sobre todo su gran ilusión por nuestra llegada. Comimos en Montemor-o-novo, y por la tarde fuimos a Lisboa, que está a apenas una hora. ¡Qué ciudad más encantadora! Nos alojamos en el hotel, al lado de la estación de metro de Baixa-Chiado, todo el equipo español en una habitación, y con nosotros Milene, una chica portuguesa majísima.
Nuestro gran viaje a Portugal comenzó el sábado 8 de marzo, cuando cinco alumnos y dos profesores nos disponíamos a salir para tierras portuguesas. Cuando llegamos a Montemor-o-Novo, la ciudad donde vivían nuestros compañeros portugueses, pudimos comprobar su hospitalidad, sus ganas de tenernos entre ellos, y sobre todo su gran ilusión por nuestra llegada. Comimos en Montemor-o-novo, y por la tarde fuimos a Lisboa, que está a apenas una hora. ¡Qué ciudad más encantadora! Nos alojamos en el hotel, al lado de la estación de metro de Baixa-Chiado, todo el equipo español en una habitación, y con nosotros Milene, una chica portuguesa majísima.
Por la noche,
cenamos todos juntos, y fuimos a ver actuaciones de fado, que son canciones
típicas de Portugal, interpretadas en directo por músicos y cantantes que van pasando de un local a otro durante toda la noche. Después de todo esto, y de un paseo por el centro de Lisboa, ya a altas horas de la noche,
decidimos irnos a dormir. No dormimos mucho, ya que las bromas fueron la parte
principal de aquella noche inolvidable.
A
la mañana siguiente, todos estábamos preparados para ver Lisboa. Hicimos una
ruta alrededor de toda la ciudad. Barrio del Chiado, Rossio, vistas de toda la ciudad desde arriba del elevador, y un panorama enorme del Tajo desde arriba de la torre de la Praça do Comércio.
Por la tarde, viajamos a Belém. Vistamos la iglesia y el hermoso claustro del monasterio de los Jerónimos. ¡Nos encantó
la Torre de Belém y sus playas alrededor! Después, partimos hacia Cascais,
ciudad destacable por su belleza, que vimos al atardecer.
Al
final del día, volvimos a Montemor-o-Novo, donde todas las familias nos
esperaban para irnos a nuestras correspondientes casas. Necesitábamos dormir y cargar las pilas para la gran semana que nos esperaba.
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