El último
día se divide en múltiples etapas, y las superamos todas con éxito.
A las siete y media de la mañana, una hora menos en España, estamos
desayunando en el hotel de Bodrum. Con un corto paseo llegamos al
puerto pasadas las ocho: pasamos el control de pasaportes y subimos
al barco. Adiós Turquía. El viaje hasta Cos es tranquilo: a
diferencia de la ida, hoy encontramos el mar calmo, asombrosamente
quieto, como el agua de un lago. El viaje es tranquilo a bordo; una
hora después desembarcamos en el puerto de Cos, la mañana es cálida
y agradable. Nos despedimos de los compañeros y amigos griegos, con
quienes hemos compartido la primera etapa del día, y que nos ayudan
a negociar el precio del taxi que nos ha de llevar al aeropuerto.
Media hora más para recorrer casi de punta a punta esta isla verde,
y llegamos con tiempo suficiente para pasar todos los controles.
Adiós Grecia.
Casi tres horas de vuelo, en las que contemplamos otra vez la sucesión de decenas de islas griegas y, esta vez, también la gran extensión urbana de Atenas, nos llevan hasta Bérgamo, en el norte de Italia. Nos encontramos con la primera sorpresa: el tiempo veraniego ha desaparecido, en Bérgamo está lloviendo y hace fresco. Dejamos las maletas en una consigna junto al aeropuerto y nos montamos a un autobús que nos lleva a la ciudad. Apenas tardamos un cuarto de hora, pero ya en la ciudad la caminata es incómoda bajo la lluvia. Recorremos una ancha avenida hasta encontrar el funicular. Subimos hasta la ciudad alta, el casco histórico de Bérgamo, con su trazado medieval y sus edificios renacentistas. Lo primero que hacemos en meternos en una pizzería local, y calmamos el hambre con grandes trozos de margarita, de pizza de jamón con champiñones y salami con alcachofas.
Cuando salimos a la calle, sigue lloviendo. Estamos a un paso de la Piazza Vecchia, cruzamos las arcadas hasta la Piazza del Duomo y pasamos largo rato paseando por dentro de la Basílica de Santa María la Mayor. Es una iglesia de grandes dimensiones, de baldosas ajedrezadas, cuyos techos están llenos de pinturas. Horror vacui, abigarramiento, cientos de figuras y colores por todas las cúpulas y capillas. Damos la vuelta al templo y pasamos otro rato en la catedral, que está casi puerta con puerta. Es un edificio diáfano, donde visitamos incluso la capilla subterránea donde están enterrados algunos obispos de la ciudad. No tenemos mucho más tiempo, así que renunciamos a subir al castillo de san Vigilio. Sin embargo, cerca de la parada de autobús encontramos abierto el museo que hay en la casa natal de Gaetano Donizetti. Es un edificio de tres pisos dedicado al músico romántico italiano, donde vemos trajes de época, maquetas de teatros de ópera y, lo que nos deja embelesados, una sala de música donde una muchacha toca el piano. Nos sentamos unos minutos a escuchar la música, a ver la interpretación de la pianista, frente a los grandes ventanales abiertos a un valle verde y amplio, a la lluvia tranquila de la tarde.
Salimos
corriendo a buscar el autobús, y en un rato llegamos al aeropuerto.
Con algún leve contratiempo conseguimos atravesar los controles y
subir al avión. Hemos atrasado los relojes una hora, ya tenemos la
española: a las siete y media despega el avión, mientras afuera
sigue lloviendo con fuerza. Adiós Italia. El vuelo es tranquilo,
mientras Carmen aprovecha para dormir otra vez, Diego y David se
entretienen con juegos de adivinanzas en sus móviles. Llegamos a
Alicante antes de las diez. Sólo queda la última etapa del viaje.
El trayecto en coche se hace más pesado, son muchas horas despiertos
y deambulando de un país a otro. Dejamos a Alejandro en Albacete, y
continuamos hasta La Solana, adonde llegamos a las dos de la mañana.
Al final, todo ha salido tal como esperábamos. En un día hemos
estado en ciudades de cuatro países, de dos continentes, y nos
encontramos en el mismo lugar que hace ocho días. Aquí termina el
viaje y empiezan a ordenarse los recuerdos.
Blas
Villalta.
Qué buen sabor de boca que nos dejó esa pizza ¿verdad chicos?
ReplyDeleteLo he pasado muy bien con vosotros. Gracias.