Milazzo-Palermo-Barcelona-Madrid-La Solana
El último día de viaje siempre
es raro, tristón, cansado. A la ida se pueden echar las mismas horas en coche,
trenes o vuelos, pero la energía y la ansiedad por conocer cosas nuevas hacen
que se haga más corto y menos pesado. A la vuelta se mezclan muchos
sentimientos contradictorios: las chicas echan de menos a sus familias, pero
han estado el tiempo suficiente con sus nuevos amigos y familias de acogida
como para tomarles cariño y sentir pena al despedirse.
El día empieza mal: a las
siete de la mañana el taxista que reservamos la noche anterior no se presenta.
A las siete y diez tomamos una decisión de urgencia: paramos a un vecino que
cruza y le pedimos por favor que nos lleve a la estación. El hombre gentilmente
nos atiende y nos lleva y, diez minutos más tarde, estamos con las chicas en la
estación de trenes de Milazzo. Es la hora de los besos y abrazos, de las
despedidas en inglés, en español e italiano, pues cada cual ha aprendido un poco
de cada cosa. De todas formas, el tiempo que pasarán sin verse no será mucho:
aparte de que a partir de ahora estarán comunicadas por las redes sociales, las
chicas italianas visitarán España en la próxima reunión de febrero.
Tomamos el tren para Palermo:
tres horas de trayecto paralelo al Mediterráneo, a un lado el mar y al otro las
montañas, pasando por pequeños pueblos costeros un poco deteriorados. Charlamos
durante el trayecto y aprovechamos todos de vez en cuando para pegar una
cabezada. En Palermo apenas tenemos tiempo para salir de la estación a estirar
las piernas, ver un mercado callejero y volver para tomar el tren que nos lleva
al aeropuerto.
En el aeropuerto de Punta
Raisi contemplamos por última vez el mar y la costa siciliana. Lo demás son
viajes en avión tranquilos pero agotadores: escala en Barcelona, donde volvemos
a estirar las piernas y, tras una breve escala, vuelo hacia Madrid. Un autobús
y otro hasta llegar al aparcamiento donde nos espera desde hace una semana el
coche. Llegamos alrededor de las doce de la noche a Membrilla, donde nos
despedimos, y desde donde las chicas hacen el último trayecto a La Solana ya
con sus familias.
Aquí el viaje ha terminado,
mañana todos volveremos a clase, pero la experiencia siciliana que hemos compartido
no se queda aquí. El proyecto continúa, y las impresiones y experiencias que
unos y otras traemos de Italia empiezan ahora a ser compartidas de verdad por
todos los compañeros. Arrivederci!
Blas Villalta.
No comments:
Post a Comment