Monday 23 September 2013

El trabajo de un profesor durante una semana Comenius: Mis sensaciones en Polonia 2013

La semana que se viaja, más las semanas de preparación de los trabajos y la preparación del viaje implican muchas horas de trabajo y muchas horas de nuestro tiempo libre para conseguir que una semana Comenius sea una experiencia inolvidable para nuestros alumnos y para nosotros mismos.

Este viaje comenzó a prepararse en el mes de agosto, cuando conseguimos los billetes para volar a Cracovia, en nuestro Centro los billetes se reservan con las tarjetas de crédito de los profesores y de esa manera se pueden conseguir vuelos más económicos. Una cena en casa con Blas y unas horas buscando los mejores vuelos para conseguir volar en las mejores condiciones después de horas de búsqueda y tardes intentando encontrar los mejores vuelos para no malgastar el dinero del programa, unos días más tarde reservé los apartamentos en Cracovia y ya todo estaba preparado para irnos los dos profesores y las cuatro alumnas de este viaje a la ciudad de Końskie en Polonia.


El comienzo de curso en España es en septiembre, después de los exámenes, durante una semana decenas de correos para que las alumnas preparasen el mural sobre la “Importancia de la polinización en nuestra sociedad, el comportamiento de las abejas y su estado actual”, y una semana completa preparando el mural, los textos, la forma de exponer, ensayo de las exposiciones y exposición delante de nosotros, los profesores implicados en el proyecto y además delante de sus madres, del trabajo que iban a mostrar a todos los grupos internacionales en la ciudad de Konskie (Polonia).

Y ahora viene todo el trabajo en la semana Comenius, es imposible relatar todo lo que trabaja un profesor en una semana Comenius, en mi coche particular me llevé a las alumnas a Barajas, a las 9.00 de la mañana sus madres y ellas me esperaban en la puerta del Centro, los primeros nervios, las maletas, las tarjetas de embarque, los DNIs, los pasaportes y esas primeras charlas sobre el verano y lo que nos puede deparar el viaje.

Paramos en Decathlon, primeros aprendizajes, les mostré un portadorsales, les expliqué cómo es un triatlón, me vieron como esa persona que pone en práctica aquellos consejos que ellos no entienden cuando se les da clase entre cuatro paredes en un centro de secundaria. También paramos en Ikea, de repente el profesor es esa persona que tiene casa, que les enseña Madrid o que se mueve por la M-40 y las lleva a Barajas. Para hacerlas responsables les di las tarjetas de embarque (yo llevaba otras dos copias, por seguridad), pero son ellas las que tienen que aprender a facturar, embarcar, moverse y leer las pantallas del aeropuerto, a coger el autobús del parking de largas estancias o a moverse con equipaje de mano (más aprendizajes), y para ahorrar algo de dinero, nos llevamos unos bocadillos de casa que nos cominos antes de ir a nuestra puerta de embarque.

Al llegar a Cracovia, más aprendizajes, hay que coger el autobús al centro, el 292 concretamente, del aeropuerto a la estación de autobuses, 40 minutos en bus hasta el centro y después saber orientarse en una ciudad para llegar andando desde allí al apartamento, pero su sorpresa es que los profesores cocinamos, ya no somos el “maestro” de tal o cual asignatura, somos esas personas que les están preparando la cena; a mí, al ser de educación física, me ven por la mañana salir a correr y llegar con el desayuno, ellas preparan las tostadas y todos compartimos un desayuno hablando de la vida, del viaje, de su adolescencia, de su futuro, de igual a igual, y todo sin tener que estar pensando en que lo hacen por obtener una nota, sino solamente por aprender para la vida.


Más aprendizajes, ahora hay que moverse por una ciudad e ir a Auschwitz, estás en Polonia, diferentes medios de transporte, diferentes carreteras, allí los dos profesores mostrándoles un país, ¡E imaginad al llegar a Auschwitz!, ver y entender por qué el ser humano puede crear esas “imágenes” del terror, y la clase de historia sale en cada segundo, hablar de la película “Schindler´s List” o del “Diario de Anna Frank”, o hablar y comentar lo sufrido en el gueto judío de Cracovia, leer en inglés las descripciones del horror nazi o pasear por donde antes tanta gente sufrió tanto y tanto. Después de nuevo compartimos la comida en un KFC con las alumnas, más aprendizajes, más conversaciones y más experiencias en común.

De regreso a Cracovia uno va pensando cuántos aprendizajes y qué distintos cuando uno lo vive y, lo mejor, saber que gracias al trabajo de los profesores, algunos alumnos pueden estar viviendo y entendiendo lo que es la Humanidad, Blas entre medias les habla de literatura, de filosofía, de lo que pueden leer, recita algunos poemas y alguna alumna le comenta que este verano ha leído a Jean-Paul Sartre y las demás le comentan a Blas qué lecturas han sido las que más les han gustado en estos años de instituto.


Por la noche de nuevo en un restaurante italiano se sigue trabajando, se habla de las exposiciones, de la importancia de saber comunicarte en inglés, de abrir la mente a otras culturas, les hablamos de nuestros viajes a Tanzania, Tailandia, Islandia, Estados Unidos, Canadá o Camboya... o de viajes que hemos hecho como mochileros por Italia, Escocia, Irlanda o Suiza..., les hablas de las ciudades que hemos visitado en Europa en nuestras vidas: París, Londres, Nueva York, Toronto, Ottawa, Berna, Basilea, Ginebra, Roma, Florencia, Venecia, Lyon, Bruselas, Ámsterdam… y un largo etcétera de ciudades que ambos profesores hemos visitado en estos años (comprenden que estás allí por ellas, que nosotros viajamos mucho en nuestra vida privada, que un profesor es esa persona que muestra la cultura gracias a haber vivido más años que los alumnos, pero que viaja para aprender y después poder enseñar de lo vivido), les hablas de nuestra manera de entender la vida, el deporte, la educación o la adolescencia, de nuevo, más aprendizajes para nuestras alumnas.

Por la mañana de nuevo te ven salir a correr, unas risas al verte hacer abdominales o flexiones después de una hora de carrera continua por los alrededores del río Vístula y además vestido de atletismo, preparamos el desayuno todos juntos, recogemos la cocina y de nuevo, más aprendizajes, moverte por un país con la maleta, llegar a Końskie no es fácil, y esta vez no pudimos comer, y en un supermercado compramos algo como tentempié, ellas te ven como esos profesores que se preocupan por ellas, y al llegar a Końskie  un nuevo aprendizaje, ven a un chico español bilingüe en polaco con un buen nivel de inglés, que estaba visitando a sus abuelos polacos en Końskie  Y ahora llegan las familias, los reencuentros y de nuevo otro aprendizaje, adaptarse a vivir con una familia desconocida, un idioma que no se entiende y aprender la importancia de hablar una segunda lengua.


Al día siguiente la jornada empieza a las 8.00 de la mañana, llegas al instituto polaco, preparas el mural, les das a las chicas sus exposiciones y todo el material preparado en España durante la semana previa al viaje, se reúnen en grupos internacionales y deben exponer en inglés delante de una auditorio de más de 50 personas, más experiencias y más aprendizajes: hablar en público, saber moverse en un espacio diáfano, hablar en un inglés entendible y mostrar y poner en el mapa a su pueblo y a su país en Europa.


De repente se ve a La Solana en Polonia, en un pasillo hay un mural de nuestro pueblo, con fotos de la semana Comenius española y aprendes la importancia de la movilidad global en un mundo global como el que van a vivir nuestros alumnos.


Visita a la ciudad todos juntos y nuevos aprendizajes, los cambios de moneda, saber cómo funciona la venta y compra de divisas, toda la semana han manejado otra moneda, han cambiado euros por zloty, y han visto el negocio en las casas de cambio. Al mediodía, comida todos juntos en el hotel y nuevos aprendizajes, aprendimos a bailar tres bailes polacos, momentos de diversión, profesores y alumnas en un mismo grupo.

Esa cena del primer día, se suele hacer una reunión de todos los profesores para ir rompiendo el hielo, esas relaciones sociales en donde todos los países hablan de la situación actual en Europa, es decir, al final uno se va a la cama a las 00.00 después de un largo día de actividades y de trabajo con los alumnos, sin que uno tenga la sensación de haber perdido el tiempo.

El martes a las 9.00 visita una granja de apicultura, más aprendizajes, de cómo funciona una empresa, cómo se vende un producto o cómo se etiqueta una botella o se preparan los palés para hacer viable un negocio.

En la comida de nuevo más aprendizajes, saborear comida típica y educar el paladar a los sabores distintos a los de sus hogares.

Y en este viaje, de nuevo a las 5.00 de la mañana del miércoles todos los profesores en pie, viaje a Zakopane, a las 6.00 nos esperaba el autobús en la puerta del hotel, mañana en Cracovia, donde en grupos internacionales completamos un “quiz” sobre la ciudad, más aprendizajes en inglés, más uso de la lengua y más relaciones personales. Profesores y alumnos aprendiendo cultura de una ciudad, de un país, juntos, sin la superioridad del profesor que domina su asignatura, sino como esa persona que está compartiendo un aprendizaje en común.


A mediodía llegada al hotel de Zakopane, donde nos asignaron habitación y visitamos esa formidable ciudad en el sur de Polonia, por la noche una pequeña fiesta para los alumnos y una charla entre profesores en el hall del hotel, donde compartimos algunas botellas de vino y una agradable conversación hasta las 00.00.


Al día siguiente, ya jueves 19 de septiembre, una día largo por el frío y lluvioso Zakopane, subida al funicular y cena a las 16.00 horas, cierto, no me he equivocado; por la tarde me fui al gimnasio del hotel y al abrirse la tarde, es decir mejorar el tiempo, me marché a correr por las montañas que rodeaban el hotel donde nos alojábamos mientras las alumnas terminaban sus trabajos en una sala de conferencias del hotel, para terminar el día en una cena de profesores en un restaurante donde disfrutamos de una deliciosa trucha.


El viernes a las 8.00 de la mañana ya estábamos desayunando, a las 8.45 un autobús para llegar a Wieliczka, donde visitamos la mina de sal, un lugar Patrimonio de la Humanidad y que de nuevo nos dio la posibilidad de seguir aprendiendo, de hablar y participar de la vida de los mineros, de conversar sobre la importancia de la sal como medio de conservación de alimentos, descubrir cómo descender a 130 metros bajo la tierra y subir en la jaula minera para llegar a la superficie unas horas después.

Y ya por la tarde nos dejaron en Cracovia, habíamos reservado nuestro apartamento, pero le dimos al grupo croata el email para que reservasen esos mismos apartamentos, pero de repente ellos lo pagaron por internet, nosotros los pagamos en la oficina y sin darnos cuenta, nos quedamos sin el nuestro, gentilmente compartimos las reservas, ellos ocho personas en un apartamento de seis, y nosotros seis personas en uno de cuatro, de nuevo aprendiendo a compartir, a ayudar a los demás y comprender que para eso estamos, para cada uno ponerse en la situación del otro y ceder gentilmente lo que uno tiene.

El sábado me levanté temprano, una nueva carrera por el río Vístula y compré los desayunos de los dos días, una agradable mañana por Cracovia, nuestro nuevo apartamento, visita al barrio judío y por la tarde las chicas de compras y nosotros de turismo, de nuevo deben aprender a comprar, a manejar una nueva moneda o no ser engañadas por los comerciantes para turistas, además de ser responsables para quedar a una hora en tal o cual sitio, para terminar el día hablando en inglés con el novio de una alumna polaca que trabaja en una multinacional de telefonía móvil, en el italiano del primer fin de semana, antes de irse a dormir. Blas y yo dimos un último paseo por el gueto judío, mientras las chicas ya dormían en el apartamento, para despedirnos de la ciudad de Cracovia.

Y el domingo 22 de septiembre a las 06.15, ya estábamos en pie preparando los desayunos de las chicas y guardándoles los objetos que no les cabían en sus maletas en las nuestras, un último momento antes de partir para Madrid donde mirar el correo con la wifi del aeropuerto, leer las pantallas de salidas y prepararse para llegar de nuevo al verano español.

Y para terminar el viaje, vuelo de cuatro horas, Cracovia- Madrid y llegada al parking de largas estancias de Barajas, parada en el McDonald's de Pinto y conversaciones en el coche sobre 2º de Bachillerato, sobre los profesores y sobre uno mismo, sobre sus preocupaciones como adolescentes y con la sinceridad de saber que ya no eres ese profesor que antes les obligaba a hacer deporte, sino esa persona que ha compartido una semana de sus vidas y les ha mostrado cómo se puede aprender sin tener que poner notas.

Y a las 18.00 horas, dejé a las alumnas en la puerta del instituto después de una pequeña charla con sus padres sobre la semana en Polonia, un domingo 22 de septiembre de 2013.

1 comment:

  1. Muy elocuente tu crónica. Leyéndola se puede entender mejor el valor de un programa como Comenius.

    Enhorabuena por el trabajo y los resultados tan positivos

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