Tuesday 11 December 2012

Tercer día en Milazzo

La jornada del lunes comienza temprano. Las chicas salieron anoche a cenar juntas, y están todas encantadas con las familias que las han acogido. Hace frío a las ocho de la mañana camino del instituto. 


 Después de las presentaciones, nos ponemos a trabajar: el equipo italiano nos muestra en detalle el plan semanal, y después su trabajo sobre el tema tratado en esta reunión: la emigración en regiones vitivinícolas. Hay cosas curiosas en estos trabajos de los chicos, datos desconocidos que nos sorprenden, como el hecho de que las islas Eolias vieran reducida su población a la mitad por culpa de la filoxera en los primeros años del siglo XX.



Como complemento a la presentación italiana, un acto emotivo: el abuelo de una de las alumnas sicilianas nos cuenta su experiencia como emigrante en Australia en los años 60. Es un hombre fortachón y convincente, con pelo blanco y gafas y bigote, pero también es a través de sus palabras el muchacho de quince años que se marchó de la isla por necesidad y vivió unos años cerca de Sídney trabajando en una fábrica de cuero, como fontanero y para una oficina gubernamental, hasta que se casó y decidió que sus hijos debían criarse en Italia. Por supuesto, no necesita traductor: habla un inglés fluido y seguro, con una voz grave que capta la atención de alumnos y profesores porque tiene tanto que enseñarnos.

Acto seguido, las presentaciones de los visitantes: primero las alumnas portuguesas, que hacen un buen trabajo hablándonos de la producción de vino en su región. Y después los nuestros: Mari Tere, Andrea y María presentan los cuatro vídeos que han preparado todos los alumnos participantes en el Comenius sobre el vino y la emigración en España y en La Mancha. Un buen trabajo, una visión completa sobre enfermedades de la viña, crisis económicas y motivos para la emigración en nuestra región desde el siglo XIX, y una visión sobre la inmigración que hemos recibido en las últimas décadas. Asistimos después a las presentaciones de los alumnos polacos y croatas, y hacemos una pausa para comer.
En una sala del centro degustamos comida típica siciliana: arancino, empanada vegetal, pizza con anchoas. 

Y después la primera excursión en grupo: paseamos por la bahía y el puerto de la ciudad, con sol y temperatura agradable, viendo a la vez el mar y las montañas nevadas, hasta el castillo de Milazzo. Paseamos junto a la antigua iglesia y por las estancias reconstruidas y tomamos unas fotos de la espléndida panorámica de la bahía de la otra orilla: el castillo por el que pasaron árabes, normandos, suevos, aragoneses y españoles, según el letrero de la puerta, se construyó en el punto más alto desde donde se controlan las dos playas y toda la península de Milazzo.
 
Volviendo hacia el centro, desde otro mirador junto a una iglesia de pescadores, vemos las montañas que rodean al volcán Etna, que ahora está tapado por las nubes de media tarde. 


Ahí nos separamos: las chicas se marchan con sus familias, hoy también cenarán todas juntas. Se entienden en inglés o en español e italiano, y parece que hacen buenas migas con todo el grupo de alumnos. Nosotros tomamos un caffè espresso y volvemos al hotel para descansar mientras atardece en la playa.

Esta noche, en la cena, concretaremos los detalles de la excursión de mañana: visitaremos una granja en el interior de la isla, donde hacen vino y otros productos agrícolas. Esperemos que no nos llueva y haga al menos un día como el de hoy, pues hasta a los sicilianos les extrañaba ese tiempo ventoso y frío que nos recibió.

Blas Villalta.

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